Reflexión Sobre los Sueños



El adentrarse en el profundo mundo de los sueños implica cierto grado de inconsciencia. El valor onírico de la vida, nos lleva a la confusión entre el mundo surrealista y el real. Pero a que llamamos realidad, cual es ese mundo al que llamamos real. Acaso es aquel que eligen otros por voto popular y que muchos están dispuestos a tomar por imposición. Es así como muchos establecen términos y condiciones de la vida tales como la definición de normal, adecuado, debido o correcto, no son estos, mas que sistemas objetivos orientados por la moral, pero que es la moral sino un conjunto de normas o mediadas escritas en base a la conciencia de otros. Quien podría decirle a un músico que eso no es música, o a un pintor eso no es arte cuando el siente profundamente lo que pinta. El crear proviene de la desalineación con el paradigma, hay que dejar de creer para comenzar a hacerlo; hay que dejar de mirar para comenzar a ver; hay que dejar de tocar para comenzar a sentir. Así es como en los sueños podemos formar nuestro propio mundo, un mundo reinado por deseos, por placeres y tentaciones ocultas en nuestro inconsciente esperando que cerremos los ojos para comenzar a vivir. Es en ese mundo en el que no miramos hacia ningún lado, pero sabemos donde estamos, y aunque no sintamos nada todo parece real, es increíble pensar que nuestro cerebro posee poderes cual dios de crear un universo tan intangiblemente sensible que al despertar desaparece para volver a lo insensiblemente real. Pero vivir en ese mundo no es mas que disfrutar de ese momento en el que estamos despiertos pero aun soñamos, allí donde por unos segundos re direccionamos su curso inconscientemente para caer nuevamente en el onirismo. Ese momento en el que confluyen ambas realidades como una flecha en dos sentidos diferentes, ese fragmento de vida casi matemáticamente se define como realidad.

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